A pesar de que hiciéramos humor con “Un nuevo evento capitalista de La Radioneta”, lo nuestro no eran las finanzas.
Pero como la autogestión no es sólo dinero, podemos contarles que pagábamos cuotas por hacer programas, y organizábamos, según los tiempos, idas a la feria de las pulgas de la Avenida Argentina, no sin antes revisar en nuestras casas qué podía servir para las ventas o pedirle a nuestrxs amigxs y pololis de la época sus bolsas de ropa, zapatos y cachureos.
Para agosto, de seguro una fiesta para celebrar el cumpleaños, en invierno de seguro una lota, con los premios donados por las amistades a quienes retribuíamos durante la noche con navegao humeante y sopaipillas.
Y porque radio melómana, también nos gustaba organizar tocatas en algún bar de Valparaíso como Lumiere o Gallo Negro.
En momentos más críticos tuvimos que usar nuestras redes para alguna campaña solidaria como “Ponga su luca” y también explorar nuevas habilidades como la serigrafía, y así poder vender poleras y parches de la radio, en la FILVA o en cualquier feria donde nos convocaran o nos autoconvocáramos. O la repostería vegana que nos acompañó mucho en los últimos años.
Tuvimos auspiciadores bacanes (jelou) que también pagaban cuotas mensuales y nosotrxs con mucho cariño y talento grabábamos su publicidad que corría durante la programación diaria de la radio, aunque eso sea ilegal en este país para las radios comunitarias.
Quisimos ser una radio sin fines de lucro y sin fines de pérdida, difícil tarea en este territorio conocido como Chile neoliberal, pero pudimos transitar sin mayores conflictos éticos, y sin mayores lujos claramente, a ser una radio libre y anticapitalista.
Pero como la autogestión no es sólo dinero, podemos contarles que pagábamos cuotas por hacer programas, y organizábamos, según los tiempos, idas a la feria de las pulgas de la Avenida Argentina, no sin antes revisar en nuestras casas qué podía servir para las ventas o pedirle a nuestrxs amigxs y pololis de la época sus bolsas de ropa, zapatos y cachureos.
Para agosto, de seguro una fiesta para celebrar el cumpleaños, en invierno de seguro una lota, con los premios donados por las amistades a quienes retribuíamos durante la noche con navegao humeante y sopaipillas.
Y porque radio melómana, también nos gustaba organizar tocatas en algún bar de Valparaíso como Lumiere o Gallo Negro.
En momentos más críticos tuvimos que usar nuestras redes para alguna campaña solidaria como “Ponga su luca” y también explorar nuevas habilidades como la serigrafía, y así poder vender poleras y parches de la radio, en la FILVA o en cualquier feria donde nos convocaran o nos autoconvocáramos. O la repostería vegana que nos acompañó mucho en los últimos años.
Tuvimos auspiciadores bacanes (jelou) que también pagaban cuotas mensuales y nosotrxs con mucho cariño y talento grabábamos su publicidad que corría durante la programación diaria de la radio, aunque eso sea ilegal en este país para las radios comunitarias.
Quisimos ser una radio sin fines de lucro y sin fines de pérdida, difícil tarea en este territorio conocido como Chile neoliberal, pero pudimos transitar sin mayores conflictos éticos, y sin mayores lujos claramente, a ser una radio libre y anticapitalista.
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