La última apaga la luz

Una antena, un dial, el aire, lo intangible de la web ¿cuál es el lugar de una radio?

A lo largo de los años, atravesamos cuestionamientos existenciales al mismo tiempo que espacios físicos. Desde la marginalidad de lo ilegal, nuestro equipo transmisor pasaba de un cuarto en la ex cárcel a una casa en calle Abtao, de un sótano en pasaje Templeman a un rincón al final de la subida Ecuador.

Cuántos cambios, fletes y viajes clandestinos. Cuántas personas nos atravesaron también. Nuestros estudios cambiaban de número según la voz que hablara frente al micrófono.

Un día apareció un perrito y lo acogimos como otro miembro del colectivo. No hicimos lo mismo con las pulgas de verano o el agua que nos inundó en invierno “¡no tenemos aire, pero nos sobra agua!” cuántas risas frente a ironías de la vida.

Así aprendimos a habitar-nos donde nos pillara la urgencia por decir algo, por compartir una canción, un paisaje sonoro.

Ahora nos toca guardar el cableado, micrófonos, discos duros (¿qué habrá pasado con el stencil de la Björk?), bajar pendones y cortinas, apagar la radio y subirnos a la citroneta amarilla para nuestro último viaje.

¿decir adiós es crecer?




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