Por Natacha Gómez-Barahona / Fotografía: DGC
¿Puede ser que tengamos que salir a la calle?
¿Puede ser que todos estos pies, que a veces somos 30, otras veces 100, a veces 15, tengamos que salir a la calle, mes a mes, por un año, y año tras año?
¿Puede ser que llevemos colgadas en carteles sobre nuestros cuerpos vivos, las imágenes de sus nombres y sus cuerpos muertos?
¿Puede ser que Ud. señora que va en la micro, señor que está ahí parado, nos vea en esta columna silenciosa y se lo coma el desdén o la indiferencia?
¿Es posible que los carteles con sus nombres y las fechas en que se fueron aumenten mes a mes, engrosando vergonzosamente el macabro ranking nacional del femicidio?
Hace poco más de un año, la noche de 17 de julio de 2013, Karla Adams Muñoz de 25 años murió apuñalada por su ex pareja, Sebastián Sanhueza, padre de su hijo de meses,
Estaba ya separada de él, había hecho todas las denuncias previas por violencia y se había establecido la orden de alejamiento.
Esa noche, en el cerro Barón, cuando el agresor golpeó, Karla, confiada, abrió la puerta de su casa, y por última vez le abrió la puerta de su vida.
Cayó ahí, en el frontis mismo de la vivienda, en la calle, en la misma calle que pisamos hoy día.
Hace 10 días, la mañana del martes 15 de julio, Nicole Sessarego de 21 años, estudiante de la Universidad de Playa Ancha de intercambio en Buenos Aires, fue apuñalada en la entrada del lugar donde vivía, en un crimen que aún no tiene respuesta.
Cayó ahí, en el frontis mismo del edificio, en la calle, en la misma calle que pisamos hoy día.
Hace tres días, Claudia Reyes Cabrera fue encontrada muerta por estrangulamiento en su casa, en La Pintana.
Veinte años de relación, dos hijos, muchos días de violencia y ninguna denuncia contra Patricio González Espinoza, su esposo y victimario.
Mientras cerramos estas líneas, aparece asesinada en la ciudad de Los Ángeles, Camila Oviedo Morales, de 20 años, y en un sitio eriazo de la población Bajos de Mena en Puente Alto, el cadáver de Nancy Silva Núñez de 26 años, muerta, violada, asesinada y embarazada de 8 meses.
¿Puede ser, que buena parte del tratamiento periodístico sobre estos crímenes, se circunscriba aún a la lógica del crimen pasional?
¿Puede ser que la misma prensa colabore a abrir cierta justificación del crimen por la transgresión abierta que ellas hicieron respecto de la conducta esperada?
¿Que la prensa diga que en el caso de Claudia fue por los celos del marido cuando ella empezó a trabajar, que en el caso de Karla fue por atreverse a armar su vida y dejar a este muchacho bueno que la quería tanto, que en el caso de Nicole sea por andar de madrugada y sola por la calle, que en el caso de Nancy fuese porque era alcohólica y volaíta?
Hay una lista aparentemente secreta, un repertorio siniestro donde se inscriben semana a semana los nombres de las mujeres cuyas vidas fueron ahogadas por la violencia, el poder y el control intrínseco del machismo.
Hay un convenio establecido, un pacto estatal, social, político, comunicacional, institucional, para que esos nombres sean apenas puestos en tinta, semana a semana, sobre las hojas de un diario, al lado del horóscopo, de la Bomba 4, de las noticias del fútbol y de la gestión del gobierno sobre "el tema de la violencia".
No son nada.
Una portada de diario y 2 minutos dedicados en las noticias de la noche, hasta que sus nombres sean reemplazados rápida e inexorablemente por otros que se convertirán en otra noticia, otra portada de diario y 2 minutos dedicados en las noticias de la noche.
¿Puede ser que la lista repulsiva donde van cayendo día tras día estos cuerpos, estos nombres, estas mujeres, que son 34 este año, tres esta sola semana, no se detenga nunca?
¿Puede ser que hoy mismo, cientos de otras mujeres marchen en distintas ciudades, demandando el derecho a decidir sobre el cuerpo que nos guarda y contiene, no sobre nuestros cuerpos como contenedores?
¿Puede ser que nuestro cuerpo esté permanentemente mediado y mediatizado por y para otros: para la iglesia, para el estado, para la familia, para la vida?
¿Puede ser que tengamos que simplemente morir y engrosar la cifra de abortos clandestinos, más de 20 mil cada año, o que salir a las calles a gritar que sí, que sí abortamos y que sí nos importa la vida: la nuestra?
Hoy, a esta hora otras marchan en Chile.
¿Es posible que todo derecho para nosotras sea aún esquivo, toda autonomía inalcanzable? ¿Es posible que todos estos pies, que a veces somos 30, otras veces 100, a veces 15, tengamos que salir a la calle, mes a mes, por un año y año tras año?
En esta caminata silenciosa, que en el fondo grita, en esta especie de carrera de postas, nos relevamos unas a otras, las que estamos, las que no están, sin saber definitivamente cuáles somos unas, cuáles seremos las otras.
Por Karla, por Nicole, por Claudia, por Nancy, por todas, estamos hoy, hemos estado hace un año y seguiremos estando, en la calle.
Para que sus nombres no sucumban a la memoria, no mueran en la página impresa, no pervivan como simples cifras mortuorias del patriarcado.
Para que nadie las nombre como crímenes pasionales, para que nadie las juzgue por haber andado tarde, para que nadie lo justifique, para que nadie las olvide.
Por Karla, por Nicole, por Claudia, por Nancy, por todas, ni una mujer menos, ni una muerta más.
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