El breve vuelo de Javiera

A ocho años de la muerte de Javiera Cabrera Neira, y el femicidio frustrado contra su madre Claudia Neira.

POR: Natacha Gómez-Barahona


Mientras las muchedumbres se dispersan en las calles cargadas de bolsas de regalos, otra historia se escribe en un diciembre que no es de villancicos ni alegría.

Claudia Neira y Alfredo Cabrera se conocieron en los años 80 en organizaciones que trabajaban en el área de lo social y los derechos humanos.
Los padres de ambos habían sido asesinados por la dictadura militar, en distintas circunstancias.
Se reencontraron años más tarde e iniciaron una relación irregular.
En el año 99, y con varias complicaciones de salud, nació Javiera, hija de ambos.
Vivieron juntos esporádicamente entre 1999 y 2003 en una relación que fue siempre inestable y estuvo cargada de episodios de amenazas y violencia física y psicológica.
Desde ese tiempo, Claudia ingresó en la espiral sin fin de la violencia. Había ya puesto una denuncia en contra de su pareja por las reiteradas amenazas de muerte.
El único contacto entre ambos, era a raíz del régimen de visitas que Alfredo mantenía con su hija, las que habían quedado establecidas por el tribunal.
En octubre de 2005 y a raíz de la denuncia, el 8vo Juzgado de Garantía de Santiago resolvió la prohibición de que Alfredo se acercase a Claudia, pero le permitió seguir en contacto directo con su hija.
El proceso judicial se suspendió y se retiraron los cargos contra Cabrera.
Claudia y Alfredo se organizan durante todo ese tiempo para que Javiera pueda pasar los días correspondientes con su padre. Se ponen de acuerdo en los días y horarios de retiro y entrega de la niña.
Es 19 diciembre de 2005. Lunes.
Claudia sale del trabajo, se junta con Alfredo y le entrega a Javiera.
Discuten en la calle; son testigos algunas de las compañeras de trabajo de Claudia.
Él ofrece llevar a la niña al cine; la madre la retirará más tarde.
Cuando él se aleja con la niña, la sensación de Claudia es de intranquilidad.
Más tarde, ella concurre al departamento de Cabrera ubicado en el centro de Santiago, a buscar a la niña según lo convenido.

 

Se encuentra con él en el acceso al edificio y comienzan a enfrentarse por temas relativos a la antigua relación de ambos y al régimen de visita de la niña.
Pelean a viva voz y en presencia tanto de la niña como de otras personas que circulaban en
ese momento por el lugar.
Nadie intervino.
Alfredo sube al departamento forzando a la niña, Claudia lo sigue; dentro del departamento, la pelea y los golpes continuaron.

 

En el contexto de esa discusión, Alfredo Cabrera golpea a Claudia en reiteradas ocasiones con una botella quebrada, provocándole lesiones múltiples en la cara. Claudia está en el suelo, producto de los golpes.

 

El hombre toma a Javiera, y en un lapso de segundos, la arroja por la ventana del departamento.
El cuerpo de la niña cae siete pisos.
Javiera muere en forma inmediata a causa de las graves lesiones.
Amenaza también con lanzar a Claudia.
Más tarde, Cabrera intenta suicidarse.
En 2007, Alfredo Cabrera es condenado a cadena perpetua efectiva por el delito contra Javiera, que la justicia estimó como parricidio.
Impuso además una pena de ocho años por el femicidio frustrado en contra de Claudia Neira, hecho que la justicia definió como “homicidio frustrado”.
La defensa de Cabrera no pudo acreditar que éste haya actuado bajo algún cuadro psicótico o esquizoide, o un estado mental alterado. O que haya tenido un episodio que le impidiese razonar, recordar lo sucedido o comprender por qué actuó de esa forma. Tampoco se acogió la condición de irreprochable conducta anterior del hombre.
Alfredo Cabrera actuó únicamente bajo el impulso de la violencia machista, misma que lo hizo amenazar de muerte a Claudia, violentarla durante su embarazo, y someterla durante el curso de la relación a violencia sexual, psicológica, económica y física.
Cabrera infringió violencia sobre los cuerpos de Claudia y Javiera.
No fue un parricidio, ni un crimen pasional, ni un lío de pareja, como señalaron en su momento algunos medios.
Fue la cúspide de una violencia que se ha titulado como intrafamiliar, para darle un carácter íntimo o privado, pero que bien sabemos, desborda los márgenes de la familia y sale a la calle,
entra en la publicidad, en la educación, en la religión, en la escuela, en el barrio, en los medios, en el Estado.
Fue también una clara forma de castigar a Claudia, provocarle dolor, volverla vulnerable.

 

Con ocasión de este hecho, organizaciones feministas vienen conmemorando cada 19 de diciembre como el Día Contra El Femicidio en Chile.
Que el fino instante en que el cuerpo frágil y ligero de Javiera atravesó el aire no quede en el olvido ni se lo trague el recuerdo de lo irremediable.
Que el breve vuelo de Javiera sea una marca indeleble en la memoria de todos y de todas.
En Santiago se realizará una actividad el jueves 19 de diciembre a las 19.00 hrs.
en Paseo Ahumada a media cuadra de Huérfanos. (Afuera Banco de Chile).
Convocan: Feministas Autónomas

 

Comentarios